Proyecto de ley de aborto en Argentina provee un ejemplo para otras naciones
April 2, 2020
El mayo pasado, estuve en mi clase de inglés, escuchando a otro estudiante compartir las noticias de la semana, como lo hacíamos cada viernes. Mi compañero de clase habló de las leyes de “latidos de corazón” que fueron firmadas en Georgia. Ellas limitaron severamente el tiempo en que una mujer podría recibir un aborto. Inmediatamente, me sentí incómoda cuando mi compañero empezó a hablar de los hechos. Muchos de los políticos que estaban abogando por las nuevas leyes continuamente usaban sus creencias religiosas como justificación, sin reconocer a las mujeres afectadas o las creencias de cada ciudadano sobre el laicismo.
Discusiones similares sobre las leyes de aborto han surgido en naciones en otros países. En el 1 de marzo de 2020, el presidente de Argentina, Alberto Fernández, propusó una nueva ley al congreso argentino que legalizará el aborto en la nación.
“Un estado tiene responsabilidad de cuidar a sus ciudadanos y a las mujeres en particular. En el siglo 21, cada sociedad tiene que respetar la elección de cada miembro en cuanto a sus cuerpos.” dijo Fernández.
La ley fue una respuesta al activismo reciente, donde se estaba protestando el fracaso de otra ley parecida propuesta en 2018. Decenas de miles de mujeres salieron a las calles para reclamar sus derechos fundamentales. Si la ley nueva fuera aprobado, la Argentina sería el país de Latinoamérica más grande a legalizar el aborto. La oposición a la ley constituye principalmente la iglesia católica Romana, dirigida por el Papa Francisco, quien es argentino. Esta conexión vincula religión más cerca al país.
Dado que hay libertad de religión en Argentina, la iglesia no debe interferir con la ley, especialmente cuando tiene que ver con los asuntos controversiales y personales como el aborto. Según The Economist, hay raíces profundas de religiosidad popular en América Latina, pero creencias de laicismo han prevenido conflictos desde los años 20. A pesar de su afiliación con la iglesia Católica, el presidente de Argentina exhibe claramente como el laicismo es importante en la democracia y enfatiza que todas las opiniones de la nación merecen ser oídas sin la influencia de una institución de religión.
Aunque hay un esfuerzo para promover el laicismo en Argentina, muchas naciones que limitan el aborto a causa de las creencias de la iglesia usualmente son objetos de crítica. Estas leyes restrictivas llevan a abortos ilegales que a veces son fatales. Según el Instituto Guttmacher, desde 2010 hasta 2014, 6.5 millón de abortos fueron realizados en América Látina y el Caribe. Aproximadamente 760,000 mujeres fueron tratadas por complicaciones provenidos de los abortos inseguros. Para limitar la cantidad de muertes y hospitalizaciones que ocurren como resultado de estos abortos inseguros, es fundamental que el aborto sea legalizado para asegurar la salud de las mujeres. Además, un reporte de 2017 del Instituto Guttmacher informa que aproximadamente el mismo número de mujeres abortan en los países donde es legal y donde no lo es. Si mujeres van a continuar abortando los bebés en todas situaciones, Argentina tiene que legalizar el procedimiento para volverlo más disponible y seguro.
Algunos podrían argumentar que los datos diciendo que el número de los abortos no cambia mucho con legalidad, y por lo tanto no necesita más acción legal para proteger el derecho. Con la mayoría de la población identificando como católica, una persona podría ver que un gobierno que está alineada con las creencias de la iglesia podría atraer a toda la población- pero la verdad es que los abortos inseguros crean una necesidad para que los gobiernos se separen de la iglesia. De acuerdo a World Factbook, aunque 92 por ciento argentinos identifican como católicos, menos del 20 por ciento practica la religión activamente. Los datos explican que ya hay una necesidad para la secularización porque menos ciudadanos siguen las doctrinas de la iglesia estrictamente.
El segundo intento de la legalización del aborto en Argentina, después del proyecto de ley fracasado en 2018, da un ejemplo fuerte por el resto de la América Latina y otras naciones dominadas por las creencias religiosas en sus gobiernos. El aborto permanece un tópico controversial, incluso en los Estados Unidos, a pesar de ser legal desde la decisión de Roe V. Wade en 1973. La ley actual, con el apoyo del presidente, crea un camino claro para otras naciones. El proyecto prueba que aunque las naciones pueden ser religiosas, las creencias de ellos no tienen que, y no deben de interferir con la libertad y los derechos personales, especialmente esos que consideran la reproducción y la salud de las ciudadanas femininas.
ENGLISH VERSION:
Last May, I sat in my freshman English class ready to listen to another classmate share out their weekly news summary they were assigned for discussion, as we did every Friday. My peer began to speak about the “heartbeat” bills that were signed in Georgia, which severely limited the period a woman could legally receive an abortion in that state. I immediately felt a sense of unease in my stomach as my classmate began listing his facts. Many of the politicians advocating for these new laws continuously brought up their religious perspectives without acknowledging the opinions of the affected women or every citizens’ beliefs about secularism.
Similar discussions about abortion laws have come up in nations other than the United States. On March 1, 2020, Argentinian president Alberto Fernández announced his plan to propose a bill to the Argentinian congress that would decriminalize and legalize abortion in the nation.
“A state should protect citizens in general and women in particular. And in the 21st Century, every society needs to respect the individual choice of its members to decide freely about their bodies, ” Fernández said.
The proposal is in response to recent major activism rising in the country after the failure of a 2018 bill of the same nature. The protests included tens of thousands of women taking to the streets. If the bill were to pass, Argentina would be the largest Latin American nation to legalize abortion yet. The major opposition to the proposal is the Roman Catholic church, whose head, Pope Francis, is Argentine–a connection which ties religion even closer to the nation.
Given that freedom of religion is guaranteed in Argentina, there should be no place for the church to interfere in the law, especially when it comes to deciding on already-controversial and personal topics like abortion. According to The Economist, there are strong roots in popular religiosity in Latin America, but beliefs about secularism have prevented major religious conflict since the 1920s. Despite affiliation with the Catholic Church, the president of Argentina clearly exhibits how secularism plays a role in democracy and emphasizes that all voices in the country deserve to be heard regardless of the opinion or influence of a religious institution.
Despite this push for a separation of church and state in Argentina, many nations that restrict abortion due to beliefs by the church are met with harsh criticism, leading to illegal, unsafe and often fatal abortions being carried out. According to Guttmacher Institute, from 2010-2014, 6.5 million induced abortions were performed in Latin America and the Caribbean, and roughly 760,000 women were treated for complications from unsafe abortions. In order to limit the number of fatalities and hospitalizations that can occur as a result of these unsafe abortions, it is crucial that abortion is legalized to ensure the safety of women. In addition, a 2017 report from the Guttmacher Institute reported that roughly the same number of women receive abortions in countries where it is restricted as those where it is broadly legalized. If women are going to continue to get abortions in any situation, Argentina should legalize it to make it a more widely available and safe option.
Some can argue that the data showing that the number of abortions doesn’t really change with legality, and therefore, does not need further legal action to protect the right. With the majority of the population identifying as Catholic, one could also see that a government aligned with the church’s values can appeal to the population as a whole–but the matter of the fact is that the unsafe abortions performed create a necessity for governments to secularize and make the practice safe. According to World Factbook, though 92 percent of Argentines identify as Catholic, less than 20 percent actively practice the religion. The data explains that there remains a greater need for secularization with less citizens strictly following the church’s doctrines.
Argentina’s second try at legalizing abortion after the failed bid in 2018 sets an example for the rest of Latin America and other nations dominated by religious beliefs in their governments. Abortion remains a controversial issue even in the United States, despite technically having been legal since the 1973 Roe v. Wade decision. The current bid, with support of the president, sets a clear path for other countries to follow suit. The proposal proves that though nations can be religious, religious beliefs do not have to and should not interfere with personal freedoms and rights, especially those regarding reproduction and the health of female citizens.