“Cuando yo vine [a los Estados Unidos] tuve que pasar por muchos lugares diferentes en el camino. Tuve que dormir en el suelo. La habitación estaba fría. Y fue realmente, realmente duro,” dijo María.
“María,” una estudiante de primer año que desea mantenerse anónima, creció en Honduras pero tuvo que venir a los Estados Unidos para vivir con un pariente a los doce años por las condiciones peligrosas como las pandillas las drogas en su país.
Sin embargo, el viaje de María fue a un precio alto. “Ahora ya no puedo ir a Honduras. Si regreso a Honduras no podría volver [a Los Estados Unidos],” dijo Maria.
María ya no puede regresar a Honduras, no ha visto a su madre en mas de dos años y ha tenido problemas de mantenerse en contacto con su mama.
“En los primeros dos meses fue muy difícil, porque donde [mi madre] vivía ellos no tenían teléfonos celulares ni internet,” dijo Maria.
Según María, ella ha ido a la corte mas de 10 veces y ha tenido que llenar muchos papeles por el asilo político, lo cual le prohíbe regesar a Honduras. El asilo político se concede a una persona que sufre de persecución en su país de origen. Cuando ella tenga 18 años, ella recibirá su Tarjeta de Residente Permanente.
Cada año, de 120 a 150 personas en Marin aplican por una tarjeta verde a través de Canal Alliance, una organización de servicio social en San Rafael.
Lucia Martel-Dow, Directora de Servicios Legales de Inmigración de Canal Alliance, dijo que 95 por ciento de los clientes de Canal Alliance con quienes trabaja son hablantes nativos de español. Según Martel-Dow, ha habido un aumento de gente de países de América Central que vienen a la organización pidiendo ayuda en los últimos años.
Una tarjeta de residente permanente, también llamada una tarjeta verde, le concede permiso a una personas que viva y trabaje en los Estados Unidos sobre una base permanentemente. Hay otras visas de Estados Unidos que les concede derechos temporales a los inmigrantes, pero muchos inmigrantes que vienen a Marin esperan obtener un estatus permanente y finalmente naturalizarse, según Martel-Dow.
Laura Gatti, una residente de Kentfield, también estudiante de negocios y Finanzas en la Universidad Estatal de Sonoma, aplicó por una tarjeta verde tres veces antes de finalmente recibir una en 2014.
Según Gatti, el proceso de obtener una tarjeta verde o una visa es muy difícil y puede ser una tarea emocional. Frecuentemente toma una bastante tiempo, papeleo y dinero.
Gatti entró a los Estados Unidos de Colombia en 2009 cuando tenía 21 años para trabajar como una au pair con una Visa J-1. La J-1 le permite a las personas que están participando en programas que promuevan el intercambio cultural que se queden en los Estados Unidos.
Cuando se venció su visa J-1, Gatti decidió quedarse un segundo año para aprender inglés y recibió un visado de estudiante.
Durante el proceso, ella conoció a su futuro marido, Jason Gatti. Se casaron el 9 de mayo de 2013, y Gatti solicitó su tarjeta verde cinco días después.
Los Gattis no podían a un abogado de inmigración, ya que Jason estaba estudiando para obtener su credencial de maestro, y Laura no podía trabajar porque ya no tenía un permiso de trabajo.
Decidieron hacer el papeleo de inmigración ellos mismos para ahorrar dinero.
No sólo contratar a un abogado cuesta dinero, pero también hay un cargo por cada formulario. Algunas formas cuestan alrededor de $500, pero otras cuestan hasta $700, según Gatti.
El patrocinador original de Laura era su esposo Jason, pero después de que su solicitud fue rechazada la primera vez le pidió al padre de Jason si pudiera ser su nuevo patrocinador.
Sin embargo, incluso con un patrocinador diferente, su solicitud fue rechazada otra vez. Un patrocinador es un ciudadano estadounidense que reclama la responsabilidad financiera de la persona que solicita la tarjeta verde durante su proceso de aplicación y después de que reciban su visa permanente.
“Te dicen que eres totalmente libre de hacerlo por ti mismo, pero luego una vez que termines y te das cuenta que fuistes rechazado, entonces te das cuenta que, no, no se puede hacer por ti mismo. Usted realmente necesita un abogado,” dijo Laura.
[soundcloud url=”https://api.soundcloud.com/tracks/282139737″ params=”auto_play=false&hide_related=false&show_comments=true&show_user=true&show_reposts=false&visual=true” width=”100%” height=”300″ iframe=”true” /]
Según Laura, estaba muy frustrada. Ya no le quedaba paciencia y decidió ponerse en contacto con senadores de California Dianne Feinstein y Barbara Boxer.
Los Gatti le escribieron una carta acerca de la historia de Laura a la senadora Feinstein de California, su representante y miembro del Comité de Asuntos de la Casa del Representantes de la Inmigración. La carta a la Senadora Feinstein fue la clave para conseguir la Tarjeta de Residencia de Laura.
Unas semanas después de enviar las cartas, uno de los ayudantes de la Senadora Feinstein dijo que les ayudaría.
“Después de los trámites y abogados, sólo pedí que alguien del gobierno nos respondiera. Obtuve mi tarjeta verde tres días después,” dijo Laura.
Maria Fernanda Civano, una profesora de Español de Redwood de Uruguay, dijo que tomó nueve años para que ella y su esposo obtuvieron tarjetas verdes. Aplicó en 2001 antes del 9/11 y según Civano, las tarjetas verdes fueron retrasadas porque algunos de los atacantes del 9/11 habían estado en los Estados Unidos con Visas.
Aunque Civano no tenía su tarjeta verde, ella todavía tenía que pagar impuestos de los Estados Unidos desde el año 2001, a pesar de que ella no recibió su tarjeta verde hasta 2010.
Según Civano, la incertidumbre de la situación fue la parte más difícil del proceso.
“La espera y no saber [era lo peor]. Si llamas, es un número automatizado y dicen que su solicitud se está tramitando. Si la [documentación] está mal, no te dicen por qué está mal hasta que es demasiado tarde,” dice Civano.
Cuando Civano y su esposo aplicaron por su tarjeta verde, su médico no marcó la caja donde indica que habían recibido su vacuna de tuberculosis, lo que hizo que se alargará el proceso.
Martel-Dow dijo que para algunas comunidades de inmigrantes no hay muchas opciones para que obtengan la tarjetas verdes.
[soundcloud url=”https://api.soundcloud.com/tracks/282170996″ params=”auto_play=false&hide_related=false&show_comments=true&show_user=true&show_reposts=false&visual=true” width=”100%” height=”300″ iframe=”true” /]
“Desearía que hubiera más opciones para ellos. A veces estas comunidades no son elegibles para nada y es la peor parte,” dijo Martel-Dow. “Cuando ellos vienen a ti, ellos han sufrido trauma y están contribuyendo mucho. El no se ser elegibles para nada sucede frecuentemente, y que es la peor parte”.